El ciclo virtuoso del plástico: Resinas recicladas 

El uso de resinas recicladas en la manufactura de plásticos ha dejado de ser una medida opcional o marginal en el contexto mexicano. Para segmentos específicos, como envases no alimentarios, mobiliario urbano, componentes no estructurales e incluso textiles técnicos, el reciclaje postconsumo (PCR) ya representa una alternativa técnicamente viable y económicamente competitiva frente a las resinas vírgenes. 

Las resinas más utilizadas son el polietileno de tereftalato (PET), el polietileno en sus versiones de alta y baja densidad (HDPE, LDPE), así como el polipropileno (PP). Estas se obtienen mediante procesos de reciclaje mecánico o químico, dependiendo del nivel de limpieza y desempeño requerido en la aplicación final. 

Las resinas recicladas, en lo que respecta al costo, han alcanzado paridad con las vírgenes en contextos de alta disponibilidad y contratos estables de suministro. No obstante, su precio puede fluctuar más que el de los polímeros convencionales debido a la dependencia de la infraestructura de recolección y clasificación. Aun así, las empresas que logran integrar un flujo cerrado de residuos —ya sea mediante acuerdos con proveedores, acopio propio o subproductos internos— reportan una reducción de costos de hasta 20 % en materiales plásticos. 

La incorporación de resinas recicladas también responde a factores de cumplimiento. Para productos como envases de productos de limpieza, cubetas industriales, tarimas, componentes de interiores automotrices, bolsas comerciales o artículos promocionales, el uso de contenido reciclado es no solo viable, sino cada vez más solicitado por clientes industriales o por licitaciones públicas que exigen criterios de economía circular. 

Factores de decisión 

Los criterios técnicos para determinar la viabilidad del uso de resina reciclada pasan por la resistencia térmica, la estabilidad dimensional, el contacto con alimentos o fármacos, y el ciclo de vida esperado del producto; razones por las que no es posible su empleo en aplicaciones estructurales, dispositivos médicos ni componentes que requieran tolerancias exactas o resistencia química elevada. En estos casos, el uso de resinas recicladas sigue siendo inviable o requiere mezclas complejas que encarecen la producción. 

En México, aún no existe una legislación obligatoria que imponga porcentajes mínimos de contenido reciclado en todos los productos plásticos, como ocurre en la Unión Europea. Sin embargo, la Ley General de Economía Circular (2021) establece criterios de reciclaje y responsabilidad extendida que ya se reflejan en reglamentos estatales y lineamientos técnicos. 

En estados como Jalisco y Nuevo León, los sistemas de gestión de residuos industriales están comenzando a exigir trazabilidad y certificados de contenido reciclado, particularmente en procesos de maquila para exportación. 

Normas técnicas internacionales como ISO 14021 (etiquetado ambiental) o certificaciones tipo Recyclass o UL PCR comienzan a ser requisito en cadenas de suministro globales. Esto obliga a los fabricantes mexicanos a integrar trazabilidad de origen, limpieza, compatibilidad y propiedades mecánicas en sus especificaciones de desarrollo. 

El reto no es menor: integrar resinas recicladas implica revisar procesos de inyección, extrusión o soplado, ya que las características reológicas pueden variar entre lotes, afectando presión de inyección, temperatura de fusión y contracción final. Esto implica costos iniciales de ajuste, pruebas de calidad y capacitación técnica, que deben considerarse en la planeación del producto. 

Mercado aún en ciernes 

Más allá del cumplimiento ambiental o la reducción de costos, la integración de resinas recicladas en los procesos de transformación de plásticos obliga a repensar la ingeniería del producto. Adaptar diseños, tolerancias, moldes y sistemas de calidad no solo es una condición técnica, sino un punto de partida para desarrollar soluciones viables que incorporen materiales de menor huella ambiental. 

Las empresas que logran esta integración de forma consistente obtienen beneficios adicionales: acceso a nuevos mercados, cumplimiento con marcos ESG, diferenciación en licitaciones y mejores indicadores de sustentabilidad en reportes corporativos. En este sentido, usar resinas recicladas no es una medida de marketing, sino una decisión de ingeniería que repercute en toda la operación. 

Mientras no existan regulaciones obligatorias de alcance nacional, serán las decisiones técnicas, las exigencias del mercado exportador y la presión de la cadena de valor quienes definan el ritmo de adopción. Pero en todos los casos, el conocimiento preciso de las condiciones de uso de estas resinas será lo que determine si el reciclaje es una estrategia viable o una carga operativa innecesaria. Lo que está claro es que, en muchos segmentos, el retorno del plástico ya no es solo físico, sino estratégico.