La producción de botellas en México articula cadenas enteras de producción. No es solo un tema de consumo, sino de infraestructura industrial, inversión tecnológica y capacidad de adaptación a las tendencias globales. El país se ubica entre los principales mercados de envases en América Latina, con dos materiales dominantes: el vidrio y el plástico.
El vidrio mantiene una presencia histórica en el envasado de cerveza, licores, vinos y conservas, y conserva un valor percibido como símbolo de calidad y tradición. En el caso específico de la cerveza, las cifras de INEGI reflejan que en 2019 la composición del envasado era de 40% en botellas no retornables, 36.1% en lata y 23.9% en vidrio retornable. Aunque en los últimos años la lata ha incrementado su participación, el vidrio sigue siendo estratégico, especialmente en el modelo de retornabilidad, impulsado por grandes cerveceras.
Por otro lado, el plástico domina por volumen en agua embotellada, refrescos, jugos, lácteos y productos de limpieza. La firma Mordor Intelligence estimó el valor del mercado mexicano de envases rígidos de plástico en 8,330 millones de dólares en 2024, con una proyección de crecimiento anual de 4.2% hacia 2029. En contraste, el mercado de envases de vidrio ronda los 738 millones de dólares y se espera crezca 4.5% anual hacia 2033, según IMARC Group. Estas cifras dimensionan un mercado donde los plásticos, sobre todo el PET, sostienen la mayor parte de la demanda.
México, además, tiene uno de los consumos per cápita de agua embotellada más altos del mundo, lo que refuerza la relevancia de las botellas de PET en la vida cotidiana y en la industria manufacturera. Esta demanda constante explica por qué los procesos de soplado e inyección se han consolidado como tecnologías centrales de producción en el país.
Procesos dominantes
La fabricación de botellas plásticas en México se apoya en dos procesos principales: inyección-soplado-estirado (ISBM) y extrusión-soplado (EBM). El ISBM, en su versión de dos etapas, consiste en fabricar primero una preforma por inyección, que después se calienta, estira y sopla hasta obtener la botella. Este proceso es fundamental en la producción de botellas de PET para agua, refrescos y jugos. En su versión de una sola etapa, permite mayor precisión en envases de nicho como farmacéuticos o cosméticos.
El extrusión-soplado se emplea sobre todo con HDPE y se destina a botellas para leche, productos de limpieza y detergentes. En este proceso, se forma un “parison” tubular que se infla dentro de un molde para adoptar la forma final. Es más versátil para volúmenes medianos y grandes, y ofrece costos competitivos frente al ISBM.
El moldeo por inyección también tiene un rol estratégico en la fabricación de tapas y cierres, piezas que requieren precisión para garantizar sellado y seguridad. Con estos tres procesos se cubre la columna vertebral de la industria mexicana de botellas.
La eficiencia en estas operaciones depende de la integración de automatización, control en línea de calidad y adaptación a diseños más ligeros. El aligeramiento es un objetivo recurrente: menos gramos por botella significan ahorros en resina y menores costos logísticos, sin comprometer resistencia.
Nuevos materiales
El mercado no solo exige más eficiencia, sino también innovación en materiales. El caso más visible es el del rPET (PET reciclado), cada vez más utilizado en botellas de bebidas. México cuenta con tasas de acopio de PET que superan el 50% y ha establecido como meta alcanzar el 80% hacia 2030. Esta cifra coloca al país como un referente regional en reciclaje de envases plásticos.
El HDPE reciclado también comienza a tener relevancia, sobre todo en envases para productos de limpieza y cuidado personal. El reto es garantizar que el material reciclado cumpla con los estándares de inocuidad, particularmente en aplicaciones de contacto con alimentos. Esto impulsa el desarrollo de tecnologías multicapa, donde una capa reciclada queda encapsulada entre capas de resina virgen, asegurando propiedades adecuadas para la industria alimentaria.
La diversidad de polímeros utilizados en México se alinea a funciones específicas:
- PET: bebidas, aceites y jugos.
- HDPE: lácteos, detergentes, productos de cuidado personal.
- PP: jarabes, suplementos, tapas y cierres.
- LDPE: envases exprimibles para aderezos y salsas.
- PVC: en retroceso en botellas, con más presencia en otros empaques.
Cada uno de estos materiales plantea diferentes requisitos de proceso, tiempos de ciclo y control de calidad.
Dónde está la atención
La producción de botellas plásticas en México no se limita a bebidas. Sectores como cosmética, farmacéutica y alimentos procesados demandan botellas de menor volumen, pero con diseños diferenciados y requisitos técnicos específicos. El moldeo por soplado de una sola etapa se ajusta bien a estas necesidades, al permitir series más cortas y flexibilidad en la geometría.
Otra oportunidad tecnológica está en la coextrusión, que permite producir botellas multicapa con mejores propiedades de barrera. Estas soluciones se utilizan en envases de jugos, salsas o productos sensibles a la luz y al oxígeno. Su adopción implica inversión en maquinaria más sofisticada y en control de procesos más estricto, lo que representa un reto para pequeñas y medianas empresas.
En paralelo, el marco regulatorio mexicano y la presión internacional exigen envases con mayor contenido reciclado y con certificaciones de reciclabilidad. México, como exportador de bebidas y alimentos envasados hacia Estados Unidos y otros mercados, debe cumplir con estándares internacionales cada vez más estrictos. La producción de botellas se convierte así en un punto crítico de competitividad para la industria manufacturera.
La botella plástica en México concentra dinámicas de consumo, innovación tecnológica y presión ambiental. Los procesos de soplado e inyección sostienen la producción, pero los desafíos van más allá de la eficiencia industrial. El sector debe adaptarse a nuevos materiales, cumplir compromisos de reciclaje y responder a mercados globales con criterios de sustentabilidad.
Más que fabricar contenedores, la industria de botellas plásticas se encuentra en la tarea de fabricar confianza: en la inocuidad, en la disponibilidad y en la capacidad de cerrar el ciclo de materiales. Cada innovación en maquinaria, cada ajuste en la formulación de polímeros y cada inversión en reciclaje son pasos en un camino donde el envase ya no se mide solo por su forma o volumen, sino por su papel en un modelo productivo que debe ser sostenible y competitivo al mismo tiempo.