La contaminación por microplásticos es un desafío técnico y regulatorio que impacta a la industria de transformación de plásticos, a las cadenas de valor y a los mercados globales. Se trata de partículas sólidas poliméricas de tamaño menor a cinco milímetros, ya sea que provengan de aditivos y microperlas fabricadas intencionalmente o de la fragmentación de piezas y residuos plásticos.
Estas partículas ingresan a cuerpos de agua, suelos y atmósfera, afectando tanto a ecosistemas como a cadenas de suministro, ya que se han detectado en materias primas, alimentos y agua potable.
En la manufactura de plásticos, la generación de microplásticos tiene dos orígenes principales: la pérdida de material primario durante la manipulación de pellets o “nurdles” y la generación de partículas secundarias por desgaste, corte o fricción.
Procesos como la molienda, el reciclaje post-industrial, la extrusión, la inyección, el troquelado, el desbarbado y el corte mecánico de piezas son responsables de liberaciones que, si no se capturan o confinan, pueden alcanzar el ambiente.
En líneas de producción de reciclaje, el lavado de hojuelas plásticas con sistemas de fricción y las operaciones de secado y transporte neumático son puntos críticos. La fabricación aditiva (impresión 3D), especialmente con polvos termoplásticos, también representa una fuente emergente que requiere controles específicos.
Los puntos de fuga de microplásticos dentro de planta son conocidos, pero su control efectivo sigue siendo irregular. La manipulación de pellets sin sistemas de contención en silos, tolvas y líneas de transporte neumático produce pérdidas por dispersión en piso y drenaje. En molienda y trituración, las concentraciones de polvo microplástico en aire interior pueden alcanzar niveles que demandan filtración localizada y protocolos de limpieza en seco. Las operaciones de corte y mecanizado de piezas plásticas generan virutas y polvo que, si no son colectados, se dispersan con facilidad.
En reciclaje, los efluentes de lavado contienen partículas que no siempre son retenidas por filtración primaria o secundaria, lo que implica la necesidad de incorporar etapas de tratamiento terciario. El control debe extenderse a la logística interna, ya que el traslado de scrap, purgas y recortes a zonas de acopio también es un punto de generación de partículas finas.
Regulación y oportunidades
En México, el marco federal aborda los plásticos principalmente a través de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, sin disposiciones técnicas específicas para microplásticos, pero con principios de responsabilidad extendida y economía circular. En 2023 se reformó la Ley General de Salud para prohibir la fabricación, importación y comercialización de cosméticos con microplásticos añadidos intencionalmente, siguiendo la tendencia de la Unión Europea. A nivel estatal y municipal, más de veinte entidades han prohibido plásticos de un solo uso, lo que indirectamente reduce algunas fuentes potenciales de microplásticos.
En el sector productivo, existen iniciativas voluntarias como el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía del Plástico, que establece metas de reciclaje y eliminación de microplásticos añadidos en ciertas categorías de producto. Sin embargo, los retos en la manufactura industrial pasan por documentar y controlar las emisiones no intencionales, algo que en Europa ya se está regulando mediante normas de manejo de pellets y estándares de operación limpia (Operation Clean Sweep).
Para las empresas mexicanas del sector, la oportunidad está en la anticipación de futuras exigencias regulatorias mediante:
- Implementar sistemas de captura y filtración de alta eficiencia en procesos de molienda, corte y mecanizado.
- Establecer procedimientos de manipulación de pellets con contención total y limpieza sistemática.
- Incorporar tratamiento avanzado en efluentes de lavado y reciclaje.
- Desarrollar métricas internas de pérdida de material y su recuperación, ligadas a indicadores de eficiencia operativa.
Estos pasos no solo reducen riesgos ambientales y de cumplimiento, sino que mejoran el rendimiento global al disminuir el desperdicio de materia prima.
La transición hacia procesos de manufactura plástica libres de emisiones significativas de microplásticos deberá convertirse en obligatoria. Incluso, para las empresas que lleven la vanguardia, e integren controles desde el diseño de procesos y gestionen sus riesgos con datos verificables, podrían quedar mejor posicionados ante regulaciones crecientes y demandas de clientes que ya consideran la trazabilidad ambiental como parte de la calidad del producto.
El reto técnico está presente, pero también representa una oportunidad estratégica para la industria mexicana del plástico.