La producción de componentes de plástico para el sector de enseres domésticos en México se sostiene sobre un equilibrio complejo entre competitividad de costos, cumplimiento normativo y capacidad de adaptación tecnológica.
En 2024, el mercado nacional de electrodomésticos alcanzó un valor de 15.9 mil millones de dólares, con proyección a 19 mil millones en 2029, y exportaciones superiores a 255 mil millones de pesos en línea blanca, de acuerdo con la Asociación Nacional de Fabricantes de Aparatos Domésticos (ANFAD) y datos de Statista.
Este crecimiento, aunque moderado, ocurre en un contexto en el que el país se mantiene como hub regional, con plantas como la de Samsung en Querétaro que producen más de cuatro millones de unidades al año, 80% para exportación.
Los procesos clave que sostienen la manufactura de estas piezas incluyen moldeo por inyección, soplado, termoformado y extrusión de perfiles, complementados con operaciones de acabado como sobreinyección, estampado en caliente y ensambles mediante ultrasonido.
En particular, el moldeo por inyección concentra la mayor parte de la producción de carcasas, paneles y piezas estructurales, gracias a su precisión y repetibilidad. El soplado, en sus variantes de extrusión y inyección-soplado, se utiliza para ductos, reservorios y piezas huecas, mientras que el termoformado se reserva para liners internos y charolas, y la extrusión para sellos y perfiles decorativos.
Transformación y abastecimiento
La maquinaria utilizada en el sector de electrodomésticos combina prensas de inyección servoeléctricas o híbridas, equipos de soplado y termoformado con controladores digitales, y periféricos como secadores deshumidificadores, sistemas de enfriamiento, termorreguladores, alimentadores automáticos y robots para desmoldeo o inspección. Estos elementos, más allá de su función operativa, se han convertido en el núcleo de las estrategias de eficiencia, al permitir celdas automatizadas y procesos más estables.
En cuanto a materiales, el ABS y el HIPS continúan dominando por su relación costo-rigidez y facilidad de procesado, mientras que el PP —en sus variantes homopolímero y copolímero— es clave en piezas internas y recipientes con resistencia química. El PC y las mezclas PC/ABS se emplean en partes que requieren resistencia al impacto, estabilidad térmica y cumplimiento con normas de flamabilidad como UL94 V-0. El PA reforzado con fibra de vidrio, el POM y los elastómeros termoplásticos se destinan a mecanismos, sellos y sobreinyección.
En el país, se ha consolidado una extensa y cada vez más robusta cadena de valor, la cual arranca con productores y distribuidores de resinas vírgenes y compuestas, pasa por el diseño y la fabricación de moldes, la transformación plástica y la integración de procesos de acabado, hasta llegar a los OEM que ensamblan los enseres domésticos completos.
Un factor clave para la competitividad es la capacidad de sincronizar el suministro de piezas plásticas con los calendarios de ensamble final, bajo esquemas just-in-sequence. Sin embargo, la volatilidad arancelaria y los cambios en el comercio internacional han impulsado estrategias de abastecimiento dual y la regionalización de compuestos y periféricos.
Normativa y sostenibilidad
En paralelo, la industria enfrenta exigencias normativas crecientes. Las partes plásticas en contacto con elementos eléctricos o con exposición a calor deben cumplir con certificaciones como UL94, así como con las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) aplicables a aparatos domésticos. Esto implica que el diseño de componentes no solo se rija por criterios mecánicos y estéticos, sino por parámetros de inflamabilidad, resistencia térmica y migración de sustancias.
La presión por incorporar prácticas de economía circular es otro elemento estructural. México lidera en la región en capacidad de reciclaje de plásticos, y en este segmento se han comenzado a integrar resinas recicladas como rPP o rABS en piezas no críticas. Sin embargo, su adopción enfrenta retos técnicos en compatibilidad, coloración y propiedades mecánicas, así como la necesidad de asegurar una trazabilidad completa que garantice la calidad y la seguridad del producto final.
En este escenario, las oportunidades se concentran en tres frentes: la automatización y digitalización de celdas de producción para reducir tiempos de ciclo y desperdicio; el desarrollo de compuestos plásticos avanzados que mejoren la resistencia y reduzcan el peso de componentes; y la integración de reciclaje postindustrial y posconsumo en la cadena de suministro.
A nivel comercial, la ubicación geográfica de México y su red de tratados de libre comercio le han permitido aprovechar el nearshoring, especialmente hacia el mercado de Estados Unidos, que en 2024 importó 7,857 millones de dólares en línea blanca mexicana. No obstante, el escenario de inestabilidad creado por el espíritu proteccionista del gobierno estadounidense, podría generar cambios aún incuantificables en el mercado.
La industria de componentes plásticos para enseres domésticos se mueve entre la necesidad de responder a un mercado internacional exigente y la obligación de operar bajo parámetros técnicos, normativos y de sostenibilidad cada vez más complejos. En ese balance, la innovación en procesos y materiales serán clave para que los fabricantes mexicanos fortalezcan su papel como centro de manufactura avanzada y seguir entrando a los hogares México y el mundo.