La industria del plástico en México enfrenta riesgos derivados de un posible freno en la producción automotriz nacional, debido a las amenazas de aranceles por parte de Estados Unidos y una desaceleración en la fabricación de vehículos y autopartes. Este entorno representa una presión directa sobre uno de los sectores más tecnificados de la transformación de materiales en el país, cuyo vínculo con el ensamble automotriz está cimentado tanto en el volumen como en la diversidad de componentes que produce.
Los plásticos en el sector de autopartes cumplen funciones estructurales, estéticas, acústicas y funcionales. Representan entre 10% y 15% del peso total de un automóvil moderno, y su participación va en aumento debido a la demanda de aligeramiento de componentes y sustitución de metales. De ahí que cualquier ajuste en los volúmenes de producción o exportación impacte con efecto inmediato en los talleres de moldeo por inyección, extrusión, termoformado y otras tecnologías asociadas.
El valor estimado del mercado de plásticos destinados al sector automotriz en México oscila entre los 3,500 y 4,500 millones de dólares anuales. Se estima que en 2022, la fabricación de autopartes plásticas alcanzó un valor de 3.8 mil millones de dólares, lo que supuso un incremento interanual del 21.4%. Esta dinámica positiva se asocia directamente a la evolución del sector automotriz y a las inversiones extranjeras relacionadas con el fenómeno de relocalización de proveeduría.
Industria integrada
Los principales materiales utilizados son el polipropileno, poliuretano, poliacetal, ABS, nylon y PVC, todos transformados mediante procesos automatizados y con altos estándares de repetibilidad y precisión. Estos procesos permiten la producción en masa de componentes como parachoques, tableros, cubiertas de motor, ductos, tanques y elementos interiores. También se utilizan técnicas como el rotomoldeo para fabricar piezas huecas o depósitos de fluidos.
Las empresas especializadas en plásticos automotrices mantienen altos niveles de integración en las cadenas productivas del norte del país, donde operan armadoras y proveedores Tier 1. Aproximadamente 80% de los vehículos ensamblados en México se exportan, principalmente a Estados Unidos. Por lo tanto, cualquier restricción comercial entre ambos países o cambios en las reglas de origen previstas en el T-MEC afecta la planeación, inversión y operación de los moldistas y transformadores plásticos.
El Banco de México ha señalado que en los últimos años la industria automotriz ha enfrentado interrupciones en sus cadenas de suministro por la escasez de ciertos insumos, entre ellos algunas resinas plásticas. Esto ha derivado en paros técnicos y ajustes en la demanda de componentes, lo cual se suma a la incertidumbre generada por posibles restricciones comerciales. Estas condiciones agravan los márgenes de operación de cientos de pequeñas y medianas empresas que trabajan por proyecto para la industria automotriz.
En paralelo, la industria del reciclaje de plásticos vinculada al sector automotriz ha mostrado señales de crecimiento. Según ANIPAC, los materiales plásticos provenientes de procesos industriales automotrices tienen mayor calidad y limpieza, lo que los hace más aptos para ser reprocesados. Este segmento podría representar una vía de resiliencia ante una posible desaceleración, permitiendo a los moldistas diversificar su oferta y participar en cadenas de suministro circulares.
También se identifica una presión creciente por parte de los fabricantes hacia la incorporación de nuevos plásticos de ingeniería, con mayores propiedades térmicas y mecánicas, como parte de las exigencias para plataformas de autos eléctricos. Esto implica nuevas inversiones en herramientas, moldes y tecnologías de moldeo, lo que complica la situación para las empresas que enfrentan incertidumbre comercial.
Ajustes en un mercado cambiante
Aunque el nearshoring ha sido identificado como una oportunidad para atraer nuevas inversiones a la manufactura, su aprovechamiento requiere de condiciones estables y previsibles en términos de comercio exterior. Una posible aplicación de aranceles por parte de Estados Unidos afectaría no sólo el flujo de autopartes, sino también la planeación de proveedores indirectos como los fabricantes de plásticos técnicos, que dependen de órdenes recurrentes y ciclos de producción largos para justificar inversiones en automatización o en materias primas importadas.
El sector de plásticos para la industria automotriz representa una parte crítica de la estructura productiva nacional, no solo por su peso económico sino por su efecto multiplicador en empleo, inversión y adopción tecnológica. La interdependencia con la industria automotriz implica que cualquier amenaza externa, sea política o económica, se traduce en una afectación directa a miles de procesos industriales en los que participan empresas de todos los tamaños.
Más allá del corto plazo, las tensiones comerciales y las transformaciones del mercado automotriz obligan a una revisión del modelo de integración industrial del país. La evolución de los plásticos automotrices no sólo dependerá del ritmo de ensamble de vehículos, sino de la capacidad de los transformadores para adaptarse a nuevos modelos de movilidad, materiales reciclados y condiciones geopolíticas más complejas. La inversión en sistemas orientados a la flexibilidad y automatización será tan crucial como la defensa del libre comercio.